The Strokes - Comedown Machine (2013)



Queda a la vista que los cinco años entre lanzamiento de discos les terminó pesando a los Strokes. Si bien “Angles”(2011) nunca funcionó bien- ni como disco ni como semillero de canciones- al menos se tradujo en un parámetro para entender en que parada estaba el grupo neoyorkino. Y, bueno, la respuesta no se hizo esperar: se encontraban en un Limbo.

Querían despegarse de su sonido garaje, pero no del todo. Y además querían amplificar sus límites hacia tonos sintéticos y alejados del rock n’roll. Todo eso de una sola vez, y evidentemente no lo consiguieron. Los resultados fueron débiles debido al evidente choque de direcciones. Ante esta situación la banda entendió que la mejor manera de revertirlo era sólo una: sacar un disco lo más rápido posible para superar el traspié. Y esta vez tenían que hacerlo con mucha mejor proyección.

Con “Comedown Machine” se arriesgan por fin a soltarle la mano a su debut para lanzarse de lleno a caminos pop y con tendencia neonica, en desmedro de su crudeza inicial. Pese a toda la aversión que pueda generar, el disco es bueno, le da un sentido multidimensional al cancionero del grupo y de paso nos entrega una visión diferente de la que nos tenían acostumbrados (estrellas de rock n’ roll desganadas). Se metieron a trabajar al estudio y, bueno, les resultó.

Una renovada texturación de su cancionero es lo que, por sobretodo, ofrecen en esta tirada. No se puede encontrar otra canción de igual dimensión que ‘80´s Comedown Machine’ en su discografía. Un tema en medio tiempo absolutamente reposado y con una atmósfera rica en texturas y tonos. ¿Sonar onírico y escéptico en un solo tema? Acá funciona.

‘All The Time’ sabe a los viejos Strokes. Recuerda a sus clásicos, pero mucho más de eso no hay. Si quiere ir directo a un denominador común acuda a ‘Slow Animals’ o ‘Welcome to Japan’, ambas con vocación bailable y estribillos fuertes (sobre todo esto último). Por ahí les puede ir mejor.

Aunque su fuerte es, sin duda la variedad sonora de la que se hacen cargo con su quinto LP. No le ponen límites. Suenan a unBlondie arrancado de su época en ‘Tap Out’, o baladistas inocuos y fluorescentes en ‘Chanches’. El vértigo de ‘50/50’es sólo momentáneo y de eso se encarga de enrostrárnoslo el Bossanova filtrado por máquinas llamado ‘Call it Fate, Call it Karma’. Y si de sorpresas se trata ‘One Way Trigger’ es tal vez la que más saca ronchas. No tanto por su fondo, sino más bien por su comparación en estructura a cierta canción de un grupo mexicano. Bueno, en esta pasada The Strokes también hace eso.

Resumiendo, el disco generará división. Será difícil de asimilar para el recurrente seguidor que se encandiló con “Is This It” (2001) y seguía esperando una nueva aventura por esa vertiente. Sin embargo, como disco camina a la perfección. Ese sonido menos engorroso les queda bien como grupo, aunque siguen habiendo detalles que mejorar. Parece ser que The Strokes irá sonando cada vez más como “Phrazes for The Young” (2009) en adelante. Si antes desenterraban imágenes pretéritas y se inspiraban en The Cars, hoy la evocación corre por la cuenta de cuadros futuristas y bajos a lo Blondie. Un cambio necesario. Un cambio con el cual sus fanáticos tendrán que convivir.