Greatest Hits 2014

Lo bacán de lo bacán sin orden alguno (Año anterior)





















Películas

Her (2013)
Fantastic Mr. Fox (2009)
Gone Girl (2014)
Guardians Of The Galaxy (2014)
Dawn Of The Planet Of The Apes (2014)
The Grand Hotel Budapest (2014)
Nebraska (2013)
Interestellar (2014)
American Interior (2014)
Capitan America Soldado de Invierno (2014)
X- Men: Días Del Futuro Pasado (2014)
Pulp: Documental (2014)
El Lobo de Wallstret (2013)
Where The Wild Things Are? (2009)
Porco Rosso (1992)


Libros

Entre Neil Gaiman y Literatura chilena contemporánea 

American Gods - Neil Gaiman
El Sur - Daniel Villalobos
Cuando Hablábamos Con Los Muertos - Mariana Enriquez
Formas De Volver A Casa - Alejandro Zambra
Hermano Ciervo - Juan Pablo Roncone
El Océano Al Final Del Camino - Neil Gaiman
País De Nieve - Yasunari Kawabata

Cómic

Tal vez el año que me fui más en la volá leyendo comics. Hay de todo desde cosas más introspectivas al despreciado género de los superheróes, aunque prevalece lo hecho por el siempre incuestionable sello Vertigo.

Essex County - Jeff Lemire
Sandman (3-7) - Neil Gaiman
Clumsy - Jeffrey Brown
Animal Man - Jeff Lemire
La Cosa Del Pantano (1-2) - Alan Moore
Trillium - Jeff Lemire
Hellboy - Mike Mignola
Fables (Hasta la Edad Oscura) - Bill Willimghan
¿Y Ud. Quien Es? - Francisco Olea
Unlikely - Jeffrey Brown
Fatale Vol.01 - Ed Brubaker/Sean Phillips
Blankets - Craig Thompson
Predicador (1-2) - Garth Ennis
Daytripper - Fabio Moon
Planetary - Warren Ellis
Pastillas Azules - Frederik Peeters
The Wake - Scott Snyder/Sean Gordon Murphy
Fun Home - Alison Bedchel
El Azul Es Un Color Cálido - Julie Maroh
Arrugas - Paco Roca
Locke & Key (3-4) - Joe Hill/Gabriel Rodriguez
Injustice Año Uno - Tom Taylor
Diario De Un Solo #1 - Catalina Bu
Hellblazer (Run Delano) - Jamie Delano
Maus - Art Spiegelman
Aniquilación - Keith Giffen

Series

Este año descubrí que la única manera que me guste el boxeo es viendo Hajime No Ippo, la temporada de GOT que estuvo muy buena y el final de la versión 2011 de Hunter X Hunter.

True Detective (Temporada 1)
Game Of Thrones (Temporada 4)
Hajime No Ippo
Hajime No Ippo New Challenger
Hunter X Hunter (111-148)
Hannibal (Temporada 2)
One Piece (629-675)

Discos

Eels y Deerhunter descubrimientos maravillosos

Eels - Meet The Eels (The Very Best Of) (2008)
Deerhunter - Monomanía (2013)
Protistas - Nefertiti
Interpol - El Pintor
Weezer - Everything Will Be Alright In The End
Real Estate - Atlas
War On Drugs - Lost In The Dream
Metronomy - The English Riviera (2011)
Lorde - Pure Heroine (2013)


Hechos Pulentos

Supimos de la existencia del Cristóbal <3
Lollapalooza 2014 (Arcade Fire)
QOTSA (con el Gabo)
Paul McCartney (Ver en vivo a un Beatle)
Renunciar a mi ex trabajo de mierda

Protistas - Nefertiti (2014)


La sensación que queda tras escuchar múltiples veces “Nefertiti”, la continuación del fascinante “Las Cruces” (2012), es la de haber encontrado un lugar en que hablar de muerte y hacerlo tarareable ocupan la misma dimensión. Y es que este concepto visto con regularidad en lanzamientos discográficos, acá consigue escapar a ese pesimismo tópico en el que se suele caer a la hora de tratar estos contenidos, siendo más a similar a un Memento mori en envoltura pop, que a una marcha fúnebre ralentizada.

Es evidente que las vivencias de los miembros de Protistas en la confección de su tercer trabajo se extrapolan a la visión del disco; en particular las del vocalista Álvaro Solar, quien asimila esas experiencias y las retorna en forma de canciones (‘Hospital Salvador’‘Mi Familia’) y en lugar de lamentarse, parecen retribuir y asimilar la muerte como una parte intrínseca del vivir. Siendo asociadas generalmente como un anexo, las pérdidas -en el ancho del significado- Protistas las integra, sino como hilo conductor, al menos como una neblina que tiñe casi en totalidad la placa.

‘En Mis Genes’, el primer apronte que dieron, más que ser una muestra se transforma en la Piedra de Rosetta que imbuye el ánimo del disco; parsimonia y cuerdas prístinas que raramente se alteran o cambian de velocidad, no como en la línea de ‘Florecimiento’ o ‘Mi Familia’ que están en un espectro sonoro más jovial.

Así como también podríamos ubicar en un mismo sitio a ‘Vigilia’‘Me Atrapo X Todo’ y ‘Función y Guía’, versiones algo más lentas pero con mucha carga emocional, salvo por la tercera que con sus más de ocho minutos tiende a inclinarse más por la textura que por insinuar literalmente la sensibilidad como motor.

La depuración del sonido también acusa mayor protagonismo y de paso lanza un poco de sombra a sus hermanos mayores, sobre todo a “Nortinas War” (2010). El avance en este punto es bastante si se contraponen linealmente los tres discos editados a la fecha, siendo “Nefertiti” quién exhibe una porción mayor de evolución natural y el arribo a una meta necesaria. Esta limpieza deja al descubierto la arquitectura de las canciones así como el revestimiento lirico que siempre intuimos, pero nunca pudimos disfrutar con tanta nitidez.


La música de Protistas parece haberse gestado lentamente, y durante este proceso se ha tomado todo el tiempo del mundo para llegar a su condición actual, Un crecimiento exponencial que deja la palabra apresurado de lado y que sigue mostrando una madurez rotunda, pero por sobre todo un sentido musical propio y muy fino, alejándose de la estética predominante de la escena local pop, para seguir instaurando una marca propia. No más fuerte, pero si más contundente.

Biffy Clyro: Por quien suenan las campanas




Biffy Clyro en Chile
Martes 14 de octubre,2014 Teatro La Cúpula

La perspectiva del tiempo tiende a afectar directamente a los hechos: o bien los engrandece en demasía, o bien los deja aplastados y acumulando polvo hasta casi desaparecer de la memoria colectiva. Y tras haber presenciado el show de los escoceses Biffy Clyro en la calidez del teatro ubicado en el Parque O’Higgins, salta a relucir inmediatamente la duda de si será éste un show de culto al cual muchos en el futuro dirán que asistieron -aunque no lo hayan hecho- o bien será otro de los muchos que se desvanecen en la noche santiaguina. El correr de los meses dirá, no obstante por setlist, iluminación y ganas, el concierto no se quedó atrás. Habrá uno que otro punto bajo, pero en líneas generales la demostración de energía expuesta anoche pudo aturdir hasta al más terco de los oyentes.

La mano se veía auspiciosa, principalmente por el disco en promoción ("Opposites", del 2013) que al tener un formato doble traía consigo una cantidad enorme de canciones, algunas mejores que otras, pero que se afianzaban bajo un sello común: la convivencia entre los ganchos descaradamente pop con guitarras gravitantes. Y eso fue en gran medida a lo que recurrieron en su presentación: ‘Different People’, sin ir más lejos, marcaba el hito de apertura con velocidad y enganche. ‘Biblical’‘Sounds Like Ballons’ o ‘Black Chandelier', todas rotundamente ambiciosas y coreables, y en esa vibración que Muse quiso transmitir desde el 2006 en adelante.

No obstante, esa fuerza y portentosidad de alguna manera era un arma de doble filo. Y es que el formato incendiario y "de estadio" de algunas canciones armaba un cuello de botella sonoro al estar el espacio y la audiencia en un escenario de envergadura menor. Quizás en un área más abierta, estas canciones hambrientas de estatura se hubiesen visto más libres que bajo la saturación que se presentó, debido al tenor casi íntimo provocado por la cantidad de asistentes y al ambiente que confiere la estructura de la misma Cúpula.

Nada terrible en todo caso, pues siempre será preferible esto, a que el artista no se incinere en el escenario como lo hicieron Simon Neil y James y Ben Johnston. Es cien mil veces mejor ver la animosidad incombustible de estos tipos tocando 'Who ́s Got A Match?'‘Living Is A Problem Because Everything Dies’ o ‘Bubbles’ antes que a alguien que no siente pasión por su propia música.

¿Puntos altos? ‘Glitter And Trauma’ mezclando ese ritmo hipnótico y bailable junto a unos riffs potentísimos, y la apocalíptica ‘Stinging Bells’ que a más de alguien hizo preguntarse si ese no hubiese sido el final idóneo para la presentación de anoche, en desmedro del cierre con ‘Mountains’, porque aunque esto último suene antojadizo, con interpretaciones así es difícil no cuestionarse quiénes son estos muchachos que con ese desplante suenan de esa manera.

La respuesta queda ahí mismo: Biffy Clyro, quienes hacen sonar sus propias campanas. Y las hacen sonar fuertemente.

Jack White - Lazaretto (2014)



La llegada del segundo disco solista del hombre tras Third Man Records arriba en un instante extraño en que la imagen que ha propagado de sí mismo durante los últimos meses se ha extrapolado con exageración fuera de los territorios de lo meramente musical.

Estuvo envuelto en una rencilla contra Dan Auerbach, vocalista de The Black Keys, contra quien dirigió palabras poco amables en cuanto a la originalidad de su obra, prácticamente acusándolo plagio. Resultan dichos algo peregrinos viniendo de alguien que ha hecho uso de las raíces del blues y el garage para edificar su propia obra, lo que nunca le aseguró la exclusividad de esta explotación. Es en extremo difícil quedar fuera de la influencia, aun cuando se sea pionero.

Fue una previa extraña para lanzar un disco, aunque -favorablemente- este clima no consigue empañar una entrega sólida y con el claro sello del oriundo de Detroit, por más que a veces esta marca no parezca explorar lejos de limites autoimpuestos. Con esto se hace necesario realizar dos preguntas: ¿Qué Tanto se le puede exigir a Jack White en innovación? ¿Qué tanto más podría reinventarse?

Evidentemente siempre se requiere un poco de factor sorpresa a la hora de un lanzamiento: más allá de mantener el nivel, lo que hace a un nuevo elepé trascendente es su capacidad para dar un poco más que su predecesor, o bien entregar calidad por un camino distinto. Lo de Jack White en esta placa obedece en mayor medida a lo primero, pero sin sorprender, solamente solidificando lo hecho en "Blunderbuss" (2012). Y si mirásemos ese álbum bajo esos estándares, "Lazaretto" es el decantamiento natural de esta nueva ruta.

Nada de la suciedad habitual de su etapa temprana se puede visualizar con facilidad acá. Lo más próximo tal vez sea el portentoso acto de apertura a cargo de ‘Three Women’ en que la potencia no se ve limitada a las guitarras, sino a lo itinerante de los pianos y los arreglos más al detalle. Una fórmula que se ve condensada en la portentosa ‘Would You Fight For My Love?’, una de esas canciones que debiesen pasar directamente al repertorio definitivo de White. Y es que la apuesta corre por esos lados: pasearse por todas las posibilidades que le ofrece el blues y agregarle ese toque desgarbado, que por leve que sea, sigue diciendo presente. Con ‘Temporary Ground’ volvemos a desembarcar en el folk más suave, menos impetuoso y mucho más armónico. Como una reminiscencia a ‘Hotel Yorba’ pero templado por el tiempo.

‘Alone In Home’ y ‘Entintlement’ perpetúan esa armonía crepuscular y algo bucólica, aunque un tanto más inocentona. Por su parte ‘Just One Drink’ acelera el pulso en una de esas minoritarias ocasiones en que el ritmo parece ascender, al menos hasta que los cuervos de ‘Want And Able’ hacen acto de presencia y desvanecen el disco en una singular calma.

Una apuesta segura tanto para el oyente como para el artista. Al fin y al cabo, con paranoias y demases Jack White sigue siendo un gran compositor, quizás no el dueño del estilo, pero si quien mejor lo conoce. Y eso se nota en la paleta ofrecida por "Lazaretto"; un disco que cuaja el proyecto.

The War On Drugs - Lost In Dreams (2014)

La dificultad de no irse a la deriva cuando se surfea por cuestas tan delicadas como la música de limites borrosos y estructuras etéreas es, sin lugar a dudas, una apuesta que se suele ganar de una sola forma: poniendo el sentido y lo sensorial en una sola sintonía.



Y es que cuando dos conceptos como son lo voluble y la electricidad chocan y se enredan, resulta difícil que de la suma no surja algo a tener en cuenta. Un océano de sensaciones en este caso, pues The War On Drugs sabe cómo sacar adelante su intrincado viaje de riffs enrevesados y líneas de bajo en espiral.

La banda de Philadelphia destaca en su tercer largaduración por el uso notorio de hipnóticos arreglos, bajos repetitivos, armónicas distorsionadas, pero, ante todo, una comprometida y natural calibración de las canciones que las hacen explorar lo justo y lo necesario para que no se desvanezcan en experimentación innecesaria.

Un sueño lofi bajo control que da lo mejor de sí en cortes como la ganchera ‘Red Eyes’, la intro de ‘Under The Pressure’ o la inmediatez catatónica de ‘Eyes To The Wind’. Más que una colección de canciones o un viaje por diferentes estaciones, la impresión que prima en el álbum se asemeja a la de subir por una escalera de caracol a un ritmo acompasado y metiéndole algo de velocidad por otros, aunque esquivando siempre el gasto gratuito de energía.

Tampoco es que sea una reproducción lánguida ni mucho menos. Y si duda de ello, ‘Burning’ podría ser la aclaración precisa. Cristalina, con sentido pop, y un trepidar silencioso. Imposible que caiga mal.

O por ejemplo ‘Dissappearing’ y el tema homónimo que hacen uso de distorsiones y arreglos difusos para llevar un paso más allá el tema de la ensoñación. Es que si algo han probado esta estirpe de artistas, como se demostró el año pasado con el disco "Wakin On a Pretty Daze" de su ex miembro y ahora solista Kurt Vile, es que esas ideas de pereza espacial o modorra embriagante pueden ser configuradas de tal forma que el espíritu de baja fidelidad -o de carácter más dream si se quiere- parecen gozar de una salud impecable, y que la puerta que da a la dimensión desde donde aparecen placas como "Oshin" (2012) o "Smoke Ring From My Halo"(2011) parece no querer cerrarse por mucho tiempo.

Mientras tanto, si todo lo que viene de ahí suena como esto, podemos estar más que contentos, pues a veces es reconfortante estar soñando despierto y perderse entre planos.