Greatest Hits 2015

Lo bacán de lo bacán sin orden alguno (Año anterior)

























Películas

Este año descubrí a Mamoru Hosoda que es bacano. Además volvió Star Wars <3

Star Wars: The Force Awakens (2015)
Summer Wars (2009)
Wolf Children (2012)
Mad Max (2015)
It Follows (2015)
Whiplash (2014)
Inside Out (2015)

Libros

Acá hay un leve retorno a la ciencia ficción, clásicos rusos y fantasía, aunque siempre priman las editoriales independientes chilenas.

Nunca Me Abandones - Kazuo Ishiguro
El Nombre Del Viento - Patrick Rothfuss
La esposa Del Viajero Del Tiempo - Audrey Niffenegger
Mis Documentos - Alejandro Zambra
Racimo - Diego Zuñiga
Usted Está Aquí - Margarita García
Libertad - Jonathan Franzen
Guerra y Paz - Leo Tolstoi
Matadero 5 - Kurt Vonnegut
El Temor De Un Hombre Sabio - Patrick Rothfuss
Crimen y Castigo - Dostoyevski
Starman. David Bowie - Paul Trynka

Comic

The Sculptor - Scott McCloud
Sandman (8-10) - Neil Gaiman
Avengers/New Avengers/Secret Wars - Jonathan Hickman
Sandman Cazadores De Sueños - Neil Gaiman
The Valiant  - Jeff Lemire/Matt Kindt
Ms Marvel Vol.03 - G. Willow Wilson
Descender Vol. 01 - Jeff Lemire/Dustin Nguyen
Hawkeye - Fraction/Ajá
Armor Hunters - Robert Venditti/Matt Kindt
Sweet Tooth - Jeff Lemire
Deadly Class (1-3) - Rick Remender
Locke & Key Vol. 05- Joe Hill
Private Eye - Brian K Vaughan
Daredevil - Frank Miller
La Cosa Del Pantano (3-4) - Alan Moore
X-O Manowar (1-5) - Robert Venditti
Wytches Vol. 01 - Scott Snyder/Jock

Series

Este año fue de descubrir Doctor Who y la maravillosa Fargo. One Piece estirando demasiado la saga de Dressrosa.

Doctor Who (Temporadas 1 a la 9 más especiales de navidad)
Fargo (Temporada 1 y 2)
Daredevil (Temporada 1)
Mr Robot (Temporada 1)
Hannibal (Temporada 3)
One Piece (676-724)

Discos

Mucho amor por Sufjan Stevens y el Sello Piloto

Niños Del Cerro - Nonato Coo
Patio Solar - Temporada
Sufjan Stevens - Carrie & Lowell
Paracaidistas - Paracaidistas EP
Tobías Jesso Jr. - Goon
Varios - Kil Bill Vol.01 OST
Deerhunter  - Fading Frontier
Varios - Juno OST
Julia Holter - Have You In My Wilderness
Alabama Shakes - Sound & Color
Kurt Vile - b'lieve i'm going down

Hechos Pulentos

Nació el Cristóbal <3 <3
Me titulé (por fin)
La Melómanos salió en papel
Vi a Blur por segunda vez











Paracaidistas - Paracaidistas EP (2015)



El proceso de fraguado de varios proyectos está llegando a su fin y con ello empiezan a florecer EPs y discos de largaduración que pasarán a engrosar poquito a poco un nuevo panteón de bandas jóvenes a las que seguirles el paso. Paracaidistas -de hecho- libera su primer trabajo como tal en un formato directo, ganchero pero que acusa cierta asincronía en su traducción del en vivo a la versión de estudio.

La interpretación que se hace tras los controles sobre las canciones las hace variar bastante. Esto se verifica fácilmente realizando el simple ejercicio de revisar en YouTube cualquier video de sus presentaciones en vivo; ahí notaran el ánimo desatado y estilo sucio y totalmente estridente que poseen. Un cruce a medio paso de lo bastardo entre melodías instantáneas con guitarras chirriantes.

Al darle play al EP, en cambio, lo que predomina es algo más limpio. Las melodías siguen siendo instantáneas y de hecho se potencian, pero tal vez -sólo tal vez- a la globalidad no le hubiese venido mal un poco de esa tosquedad que, por lo demostrado hasta la fecha, a la banda no le falta. Lo bueno es que tiempo para corregirlo o balancearlo hay mucho y lo demás, como veremos, funciona bastante bien.

La facilidad para crear ganchos melódicos es infalible: no tararear inmediatamente ‘McDonald’s’ o‘Respeto Público’ es imposible. La interacción entre las voces de los vocalistas hace ganar a los temas, retrotrayéndose a esa inmediatez del pop en español o a lo que hacían bandas como Red Kross en 1990. ‘Jardinería Del Mar’ es melancolía sintetizada dando a conocer que el grupo no solo sabe hacer hits, sino también canciones donde reposar. Será en ‘Si yo no sé’ donde la ambivalencia sonora de la banda se deje notar con más fuerza, haciendo de esta una versión que sale algo mal parada ante su contraparte en vivo; no obstante, como decíamos anteriormente, ello no enturbia la buena composición, solo la deforma un poco.

En el apartado lírico, como en los videos que derivan desde la obra, el imaginario es uno acorde con los intereses y la vitalidad del grupo; uno donde el sexo y el amor pasan a formar parte de historias hilarantes que no se adentran mucho en el terreno de la seriedad. A lo más podremos encontrar algo de melancolía, no obstante es la desfachatez, lo lúdico y –recalquémoslo- lo jocoso de las letras lo que protagoniza estas canciones que vienen a dar inicio a una discografía que promete.

¿Y Ahora qué? Pues la búsqueda de un sonido definitivo, que puede llegar a ser un camino bastante largo de recorrer, pero que seguro se terminará dando con el bagaje, los cientos de tocatas y la seguridad derivada de las mismas. Por otra parte la cosecha de coros instantáneos y pegajosos parece ser un activo que ya tienen dominado. Y, bueno, componer canciones que se puedan quedar con tal naturalidad nunca es trabajo fácil. Punto para Paracaidistas aún queda mucho partido por delante.

Matorral - Gabriel (2015)



La lógica que sigue Matorral exige dar profundidad a sus canciones. Aun cuando gusten de doblar por esquinas menos recorridas anteriormente, siempre consiguen ahondar y brindar a sus escuchas una vuelta más, un espacio para que quien oiga las canciones perciba o pueda llegar a una interpretación propia, personal.

Es la búsqueda inacabable de unos músicos que esperan la misma inquietud de quienes -en definitiva- disfrutan o sienten curiosidad por lo que tienen para ofrecer.

Y el nuevo disco no podía ser menos: se adhiere con convicción a esta forma, dando protagonismo a otros instrumentos en desmedro de las guitarras y texturizando las composiciones de nuevas maneras. De hecho, Felipe Cadenasso prácticamente no toca la guitarra en este elepé, inclinándose en mayor medida por los teclados, que de primeras parecen llevar la nota alta.

Dentro del método de trabajo de Matorral, esto no debería ser una locura. “Remoto Control” (2013) fue un trabajo redondo y bastante bien recibido, además de ser un disco que equilibraba su lírica con un sonido mesurado pero con voz propia, y eso es una garantía que se da por hecha con ellos. Más allá del instrumento que tome o no protagonismo, la voz de Matorral se mantiene.

Independiente de la herramienta que ocupen para poder fabricar el mensaje de cada disco, poseen, en definitiva, un lenguaje musical distintivo que siempre saca provecho a nuevos elementos y nunca son estos quienes que se apropian de la personalidad del grupo.

Y es que desde el single promocional, ‘Boleta De Cambio’, ya se marcaba el signo por el que se guiaría el disco: canciones lentas con pianos cáusticos y esa sensación de limbo constante.

“Es como un sol antes de tiempo”, dice ‘Abril’, el cuarto tema que se embala, tal como casi todo en “Gabriel”, en esa aura de canciones compuestas por piano y batería cardíaca marcando el paso (a lo ‘Videotape’ de Radiohead) que sólo puede terminar en un zanjón de introspección .Y es que casi todos los temas comparten estos elementos: ‘Blanco’ y ‘Aire’, sin ir más lejos, son como si te vaciaran el alma de a poco, o inclinándose por algo más dulce y sideral, podríamos detenernos en ‘Cierto’.

Ahora, si buscásemos un adjetivo -uno tan sólo- para adjudicarle a “Gabriel” (nombre dado por el hijo recién nacido de Gonzalo Planet, bajista) este sería prudente. Una mesura propia para reinterpretarse, ya sea por el momento que viven los integrantes, o por la renovación constante.

La creación de nueva música, la paternidad o la codificación de las canciones son ciclos incesantes que parecen endilgarse a quienes transitan por ellas. Matorral parece no escapar a esto, y lo traduce en este disco. Tanto para ellos como artistas, que al fin y al cabo viven en un mundo real, como para quienes están tras los parlantes buscando recovecos a los que asirse en su obra.

Nonato Coo - Niños Del Cerro



Este 2015 viene algo condicionado por lo que a todas luces parece un punto de inflexión bastante notorio en la escena nacional. Y es bueno. Bueno por muchos motivos.
Quizás el que más resalte sea el hecho que remover las aguas siempre es señal de agitación, de cambiar. El segundo, que la música clasificada como independiente desde el 2010 en adelante (tal vez un poco antes) ya está asentada con cierta comodidad y se hicieron dueños de su espacio; la independencia ya no es tal, y el formato estilístico de los sintes y el pop bailable estaban volviendo un poco uniforme la idea que se tenía como tal de música -a falta de un mejor adjetivo- emergente.
La respuesta natural a esto fue la proliferación de una escena dispar estilísticamente, desde el pop de guitarras hasta la etiqueta que guste posicionar aquí. Bandas como Patio Solar o My Light Shines For You comparten sin muchos abanderamientos sonoros un procedimiento de trabajo similar. Tal vez venga de ahí la cohesión y esa ventolera con un potente e indesmentible aroma a recambio. Y se agradece. Realmente se agradece.

¿Qué faltaba? Pues producciones a las que asirse, esos estandartes bajo los que cobijarse y poder materializar lo que ya se daba en las calles, en las tocatas. Primero vino esa punta de lanza de pop genialmente ganchero de "Temporada" (2015), de mano del sello Piloto, y ahora llega la ratificación con este "Nonato Coo" (2015) que más allá de cumplir con esta materialización de una escena -aunque se hace cargo del peso, sea necesario o no- entrega un trabajo precioso, ni más ni menos.

Permitiéndome un poco de espacio hago el enlace con Naoki Urasawa, un célebre mangaka , quien en su obra "20th Century Boys" hablaba sobre esto mismo: el recambio, cómo muchas veces las nuevas generaciones, desde su niñez y juventud pueden realizar acciones que repercuten fuertemente en el futuro, ya sea para bien o para mal. Y este álbum tiene algo de eso, esa sensación indiscutible que acá hay un eco, es una apuesta. Es difícil jactarse de certezas, no obstante es un viaje que amerita ser recorrido.

Las reverberaciones a lo Velvet Underground en la apertura de 'Capital' o ese tono tropical texturizado de 'José De los Rayos' son difíciles de pasar desapercibidas. El mismo tema homónimo que acusa una cooperación con Yaney Salgado (Patio Solar) ya habla de esa especie de colectividad en la ejecución, una que termina por permear las composiciones. 

‘Viste Las Palabras’ se retrotrae al pop urgente, uno que a rítmica y guitarra texturizada nos hace sentir apurados, más no aturdidos. 

‘Nos Vemos Cómodos En Este Frío’ es el despliegue; una llanura donde reposar tras los vaivenes musicales del disco. Y es que acusar una corriente predominante en el ánimo de la placa, más que difícil es imposible. Porque no lo hay. Y tejer un lienzo con muchas tendencias pero que no acuse a simple vista las costuras es todo un logro. 

Para finalizar la idea del quinto párrafo y de paso cerrar esta reseña, Kenji Endo, el protagonista de la obra antes mencionada, era un tipo normal que trabajaba en una tienda -a lo minimarket de barrio- y creía que podía salvar al mundo con música. Pues yo creo que este álbum hará del mundo algo mejor o, al menos, ayudará a tener un mucho mejor panorama musical. 

Tal vez "Nonato Coo" contribuirá con varias canciones que de seguro estarán en las playlist locales del siguiente lustro. Por lo menos así debería ocurrir.

Casa Volada - Francisco Ovando




Un libro sobre un tipo invisible,para sus compañeros de trabajo, que escribe un libro sobre un pintor chileno de inicios del siglo XX que se volvió loco. Así suena simple,pero el entramado del mismo y esa frontera indefinida de la ficción (que de hecho se trata en el mismo) lo hace súper recomendable.

“Allí donde la luz del día desvela la seguridad de las formas fijas, y con ella la imposición de volvernos funcionales a la cotidianeidad, la noche construye sus dudas: la materia vuelta oscura reclama su existencia fuera de toda certeza. Hay un impulso natural en todos nosotros que nos mantiene inquietos en la oscuridad, un llamado que nos exige volver al refugio. Desde ese impulso hay que abocarse a la escritura”

The Sculptor (2015) - Scott McCloud





¿Es importante el legado? ¿Qué tanto devora el ego en un artista?


Ese parece ser a simple vista el eje en el que gira la última obra salida desde la pluma de Scott McCloud – quién carga a cuestas con varios títulos definitorios en relación al mundo del cómic (‘Understanding cómics: The Invisible Arts’, ‘Reinventing Comics: How Imagination and Technology Are Revolutionizing an Art Form ‘, etc) – no obstante tras esa línea narrativa se esconden muchos más puntos desde los cuales re descubrir la misma. No es sólo una perorata sobre la realización personal, del amor o de perspectivas tan trascendentes en lo cotidiano como la muerte misma, también nos delega pequeñas tareas insertas entre viñeta y viñeta en forma de interpelaciones subliminales cómo por ejemplo:

¿Cuál es la perspectiva de nuestras vidas? ¿Cuánto estás dispuesto a deshumanizarte por tus propósitos? ¿Cuál es el costo? Y un sinfín de sublecturas que se haya ahí, insertas en cada  viñeta.
¿De qué va el guion?
David Smith  es un joven escultor con una carrera venida a menos, su falta de empatía no lo ha ayudado a abrirse un camino en el mundo del arte, donde las relaciones públicas parecen haberle cerrado la puerta por fuera y no le permiten despegar – porque si algo busca el protagonista es dar a conocer su trabajo- y a sí mismo de paso, su nombre parece consumido por la fama de otro, su ego, su yo aparece encadenado siempre al legado de alguien más y es esa sensación de identidad desvanecida de la cual busca constantemente desmarcarse. La persistente desesperación a la que se ve sometido (la pérdida de su familia, un futuro sin norte y un montón de promesas que cumplir) es quizás el motor que lo mueve en esta interminable búsqueda. Será esta meta, sumada a no tener lazo alguno con alguien vivo el que lo llevará a tomar una decisión radical.

Una mañana en que ya no podía descender más, hará un trato con La Muerte. David dará su vida a cambio de 200 días donde pueda modelar cualquier material con sus propias manos. Volviéndose una especie de Deus Ex Machina de su campo artístico. Y es que de ahí en adelante cuando sus conflictos se ampliaran un poco más, con la llegada de una joven llamada Meg, no tardará en darse cuenta que el sembrar lazos e interactuar con otras personas solo le harán más difícil el encontrar ese arte final por el que ser recordado y de paso dejar la moneda de cambio con la que tranzó al recibir su habilidad se convertirá en una ‘Espada De Damocles’ sobre su cabeza.

El lenguaje gráfico de McCloud es sumamente atractivo, valiéndose de leves coloraciones, logra dar al dibujo una expresividad que lleva el guión hasta donde este no puede alcanzar solamente con palabras. Tanto las creaciones de David una vez empieza a trabajar con su habilidad, como los mismos materiales que usa parecen vivos y con un dinamismo soberbio. La sensación de movimiento es sumamente real.

Los personajes a su vez están fuertemente definidos y podemos ponernos con facilidad en los zapatos de David, como en los de Meg, aunque es quizás en este personaje donde podemos encontrar algunos “peros” en el armado de las caracterizaciones.

Siendo un personaje sumamente atractivo, Meg se ve algo disminuida por la figura del joven escultor cayendo un poco en el estereotipo de divinizarla inicialmente para  lentamente  irla humanizando. Y es que en ese ese sentido un personaje tan complejo como ella (más que el protagonista si nos apuran), hubiese sido mejor empleado desde un inicio con todos sus miedos y manías. En lugar de encasillarla tanto como ‘acompañante’  disminuyendo un tanto su significación.

Los claroscuros de ella son tan interesantes cómo los del mismo protagonista,y es tan fuerte como él,  resultando algo contraproducente el anexarla tanto a la voluntad del primero en tres cuartos del libro.  No obstante más allá de eso, el sentido del cómic al completo no se logra desbaratar. ¿Podría haber sido mejor empleado?  Sí, absolutamente.


The Sculptor es una obra de más de 500 páginas en donde vemos cómo el protagonista persiste implacablemente en construir su identidad y va cuestionándose lentamente sobre si el precio que decidió pagar fue demasiado alto, así como también su nueva habilidad tampoco le asegurara inmediatamente alcanzar sus expectativas.


Un cómic bastante lucido, que al igual que obras similares como ‘Asterios Polyp’ o ‘Fun Home’ nos hablan de ese aprendizaje eterno de quiénes somos y de las muchas aristas que tiene el vivir. Imperdible.

Wytches (2015) - Scott Snyder





Scott Snyder es conocido en el mundo del cómic por ser quién lleva actualmente los guiones de Batman en DC Comics, además de ‘American Vampire’ (proyecto en el que estuvo involucrado Stephen King) y ‘The Wake’ en el sello Vertigo. Una carrera firme que viene de la mano de un talento innato para armar historias que enganchan, una especie de habilidad natural para el ‘cliffhanger’.

Sin embargo- y con esos precedentes- a fines del 2014 se estrenó bajo el alero de Image Comics: ‘Wytches’ una obra independiente mucho más enfocada en el suspenso y en la cual nos centraremos a continuación.

¿Qué tal la serie? ¿De qué va?

 La familia Rooks, tras un complicado episodio relacionado con su hija Sailor (qué incluía bullyng entre otras cosas peores), se muda a un nuevo pueblo donde esperan dejar atrás cualquier resabio que pudo dejarles esa puesta en jaque, no obstante, de lo que escapan es algo qué está mucho más relacionado con ellos mismos de lo que creen.

Además este cambio de ciudad hacia un pueblo rodeado de bosques no parece ser la mejor idea. Desde el titulo es evidente la ruta que toma esta historia y pues no es ninguna sorpresa quienes serán los seres que empezaran a atormentar a las protagonistas. Con el típico derrotero de suspenso que suelen acarrear estas historias.

¿Por dónde se marca la diferencia entonces? Importante es el tratamiento que se le da en este caso a las brujas, tanto en diseño, como en la coloración donde manchas voluntarias encima de las ilustraciones le dan un aire desgarbado y al mismo tiempo siniestro a las páginas de Wytches, una especie de tintura paranoica y al mismo tiempo tenebrosa. Al estilo del arte de ‘In Rainbows’ de Radiohead.

El enfoque que se les da también suma puntos; encauzándose más en estos seres como una especie de entes naturales, como poderes de la naturaleza, en lugar del típico arquetipo de las brujas -esto último no en desmedro de hacer uso de la mitología clásica que rodea a estos seres como calderos, etc- aunque como decía más arriba el modelo de estas entidades es distinto al clásico y por ahí se marca mucha diferencia.

Lo segundo es el armado de personajes. Siendo el padre como la madre de Sailor retratados perfectamente como dos adultos que cuando son puestos en un punto crítico no saben como actuar como tales, saliendo a relucir sus paranoias, desesperación y debilidades. Y es que los miedos tienden a emerger desde todos los lados, tanto de los tétricos arboles que adornan los fondos, como desde el interior de los protagonistas.

Y lo tercero es –nuevamente- el arte de Jock, que sin duda es quien le da el acabado idóneo a los guiones de Snyder, sacando a relucir, toda esa aura visual opresiva que cada viñeta contiene. Sumados a lo hecho por Matt Hollingsworth en los colores que hacen cuajar todos los aspectos del cómic.

A lo ya dicho, sin embargo, hay que siempre añadirle ese dejo de atención con el estilo de Snyder e ir con la cautela. Pues sus guiones tienen cierta tendencia al impacto inicial y su capacidad de instaurar un armado de historia interesante lo tiene sumamente asimilado, no obstante al momento del finiquito y de cerrar las tramas que abre, no siempre consigue ese mismo impacto que te maravilla al principio(como en ‘The Wake’ por ejemplo), sabiendo esto, y tomándolo como precedente, la serie se hace absolutamente disfrutable en su desarrollo actual.

De hecho el número 6 de la misma– y que cierra el primer arco argumental- debiese estar saliendo en las próximas semanas, por lo cual es un momento ideal para subirse al carro de Wytches y su entorno asfixiante.

Nunca un comic fue tan idóneo para leer de fondo con ‘Godspeed You! Black Emperor’ y dejar que los espíritus de los bosques afloren.

Sufjan Stevens - Carrie & Lowell (2015)


‘Spirit of my silence I can hear you, but i’m afraid to be near you’ es la frase que abre, entre suaves cuerdas, "Carrie & Lowell", el disco con el que Sufjan Stevens retorna a una línea de folk prístino y enfoca su pluma y sentido musical en exorcizar demonios.
Y es que ese lado de los músicos es algo visto con recurrencia: el extirpar sensaciones de dolor y pérdida por medio de las canciones. Cuan seguros podemos estar de la autenticidad de estas, es un cuento aparte. Es difícil parametrizar cuan cerca se está de esos estados emocionales. No obstante, a veces estas ventanas a lo que quiso transmitirnos el artista son tan claras, tan verosímiles, que dudarlo es ser majadero y nada más. Pues bien, con "Carrie & Lowell" estamos ante uno de esos trabajos; esos que parecen desgarrar sin la menor duda, que respiran autenticidad, que duelen y hacen llorar también.

Son un duelo, un Vía Crucis, pero ese dolor se ve algo amilanado porque la música resulta bella, un bálsamo entre la lírica desgarrada y su fondo doloroso. ¿Cómo se puede dudar ante eso? Es cosa de hacer la prueba y correr a escuchar ‘Death with Dignity’ o ‘Fourth Of July’. Es para tambalearse.

A veces a los discos hay que darles oportunidades para que lleguen, a veces entran a destiempo en la vida del oyente y no consiguen empatizar, o lo hacen en el instante preciso dando justo en el blanco. Estos dependen del azar. Así como los hay también aquellos que tocan temáticas universales que parecen una historia contada que se adentra con facilidad en nuestro subconsciente y engancha de primeras. "Carrie & Lowell" resulta inclasificable dentro de estos marcos, ya que absorbe mucho de ambos. Su construcción y atmósfera es tal, que la música -aun sin las magníficas letras de Stevens- conmueve instantáneamente, como si te estuviesen hablando directamente, sin grandes discursos, sin grandes altavoces, como una conversación con un conocido. No es necesario saber la historia detrás, la relación entre el compositor y su madre, la esquizofrenia y demases, es cosa de escuchar el disco. La historia está ahí, esparcida en códigos sonoros a través de cada canción. Están allí, explicitas, una historia sin guión que se propaga en 11 tracks.

"Carrie & Lowell" es uno de los grandes puntales de este 2015, pero -contrario a lo que pueda parecer- no debería encabezar las listas de fin de año, aun cuando sea temprano para decirlo, ya que es la clase de trabajo que trasciende un periodo de tiempo tan corto. Es un disco que merece más y que posiblemente sea uno de esos elepés que uno revisitará una o mil veces en el momento indicado cuando la vida nos golpee la puerta. Esa clase de obra que pende en el espacio-tiempo donde rankings y competencias no importan. La música y sus relatos, son al final, lo único relevante siempre.

Vietcong - Vietcong (2015)



La tarea de elucubrar un proyecto alrededor de un sonido espeso -como lo es en este caso el post-punk- conlleva inmediatamente a que una idea preconcebida (movimientos pacientes, y cierta opresión de sintetizadores) se nos venga por antonomasia a la cabeza. Para nuestra fortuna, no sólo será la incertidumbre de un sonido el que  la banda de Calgary trabaje en su disco de este año, si no  que por el contrario, se adentran con propiedad al interior del  estilo, y logran transmitir con bastante certeza esa especie de lengua muerta en que se convierten sus nuevas canciones.

Banda renacida desde las cenizas de ´Women´, ahora abraza sin contratiempo la peculiaridad que define su línea musical: Saturación.  Canciones con resonancia y un muro grueso de sonido que se ve fuertemente sostenido por la batería, apelando continuamente a la baja fidelidad; son el signo más notorio dentro de la propuesta de Vietcong, ya que por el lado de las influencias es innegable el tributo a Bauhaus.

Bajo el alero del sello ‘Jagjaguwar’, y tras tener que pasar por ese clásico sino de las bandas de música que es perder algún miembro en el camino, o bien, experiencias relativamente cercanas como le sucedió al bajista del grupo Mat Flegel que casi muere electrocutado –hecho que llevó a componer ‘Siluettes’-  apelan nuevamente a ese tema recurrente que siempre ha sido la muerte (sin más hay un tema que lleva ese nombre). Y es que esa percepción contemporánea de la muerte como un cese definitivo, parece demasiado sobre usado (al igual que el amor han de ser las emociones más revisitadas e incombustibles), no obstante si nos alejamos de los conceptos y nos centramos netamente en los créditos musicales del elepé estos son bastante interesantes y sin duda abren el apetito a lo que puede ser un atractivo viaje de aquí al futuro.

La triada inicial no podría estar mejor pensada: ‘Newspaper Spoon’ , ‘Pointless Experience’ y la gratificante ‘March Of Progress’ tienen una ubicación que aparte de enganchar a lo que vendrá, funcionan individualmente como una experiencia propia e inquietante. La primera como un llamado de ultratumba con su percusión saturada, la segunda con un inicio que invita a bailar en la noche cubierto de bajos gravitantes, siendo la tercera la que más emociones condensa por su composición algo progresiva, en que los tiempos así como el ánimo del tema va turnándose y moviéndose en una mezcla de resonancia, pero absolutamente recomendable.

Son apenas siete canciones, no obstante, en su mayoría no encontramos desperdicio alguno: ‘Continental Shelf’ por ejemplo, no tiene nada que envidiarle a lo que la banda de Peter Murphy hizo  a inicio de los 80’s, con un aire gótico: ganchero y oscuro. En ese sentido ‘Siluettes’ es la más desatada, abriéndose paso con desparpajo y cimentando el camino para que la extensa ‘Death’ haga un repaso final al ánimo del disco y lo cierre.


Este elepé homónimo está absolutamente bien pensado y ejecutado, tanto en su emoción, como en su estética, que si bien remonta con cierta obviedad a sus raíces, su resultado está a la altura de sus pretensiones. Armando un disco de esos que te pueden fatigar, como incinerar, depende de la actitud con que te alistes a las filas del ‘Vietcong’.